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PERROS DE CAZA Y PRIMAVERA

Federcaza

PERROS DE CAZA Y PRIMAVERA

Más tarde en el caso de los perros de caza mayor, que extienden su presencia y trabajo en los cotos hasta bien entrado febrero e incluso marzo, la actividad cinegética de la mayoría de auxiliares caninos hace semanas que acabó y ahora, con la primavera en su esplendor, casi todos se encuentran instalados en unas vacaciones forzosas, en un parón obligado, en un dique seco respecto a la caza del que saldrán, en muchas ocasiones gracias a nuestra pasividad o inacción, peor de lo que entraron. Aquello tan manido del “descanso del guerrero” suena muy bien y resulta de lo más literario, pictórico o fotográfico aplicado a los perros de caza, pero, en esencia, una vez recuperados de las fatigas y quebrantos propios de las últimas jornadas venatorias, lo que procede —porque parte de su descanso también consiste en eso— es mantenerlos activos y entrenados para que la veda no represente una losa y sí un periodo altamente productivo entre temporadas de caza. En una estación donde muchas especies silvestres andan sumidas en la crianza de sus nuevas progenies o a la espera de su nacimiento, son numerosas las limitaciones que podemos encontrar a la hora de campear los perros, de eso no hay duda, y más cuantos más canes haya que entrenar, por eso conviene ser imaginativos y, además de apoyarnos en aquellos terrenos donde sí está permitido, pensar en fórmulas alternativas capaces de cumplir el objetivo de mantener a nuestros auxiliares en perfecto estado de revista hasta que llegue la media veda o la ‘general’. Nadie puede concebir ni aceptar hoy en día la reclusión canina hasta la apertura cinegética, ni siquiera hasta pocos días o semanas antes de la misma, pues los riesgos y problemas que esta inactividad puede traer consigo son mayúsculos para los perros y no dicen nada bueno de nosotros como dueños. Lo ideal, al poco de cerrarse el periodo hábil de caza y hasta que éste se reanude, es trazar un plan de trabajo, una hoja de ruta realista que nos mantenga con la suficiente frecuencia en contacto con los canes y a ellos alejados de perreras, hogares, etc. Por supuesto, esta labor se encontrará sometida a bastantes condicionantes (número de perros, pues no es lo mismo entrenar uno o dos que campear veinticinco; edad de los animales, ya que no es igual adiestrar y estimular a un cachorro, que enseñar y corregir a un perro joven, mantener y potenciar a uno adulto o cuidar a uno entrado en años; tiempo que dispongamos, semanal y mensualmente, para llevarla a cabo; escenarios donde tenga lugar; horarios; climatología...), si bien de resultas de ella, todo serán beneficios para quienes, no lo olvidemos nunca, marcan el compás de nuestras salidas a los cotos cuando se produce la desveda. Porque un perro de caza, tampoco lo olvidemos nunca, es un atleta que realiza unos esfuerzos y sufre unos desgastes máximos, de modo que si pretendemos que exhiba un alto rendimiento cinegético de principio a fin de cada jornada y durante toda la campaña, no podemos desentendernos de él o no prestarle la atención que precisa ahora, y luego querer que cace como lo hacía poco antes de que se cerrase la temporada. Para finalizar, como han podido comprobar en la portada y tras leer las líneas anteriores, este número de la revista está dedicado en buena medida a los perros de caza, pues así como ofrecer las pautas para sacar el mayor rendimiento a los podencos andaluces y ensalzar las cualidades de una buena recova de manetos, analizamos la motivación en nuestros auxiliares caninos y los peligros que para ellos representa la llegada del calor. Un último apunte: nunca he dudado que sin perros la caza es otra cosa, como tampoco he dudado jamás que el perro hace mejor al cazador. Seguir leyendo

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